Saltar al contenido principal

La guía

La misión principal de cualquier Pastoral Vocacional debe ser ayudar a todos los feligreses a discernir la voluntad de Dios en sus vidas sin importar la vocación—llamar a todas las personas a la santidad. Si un ministerio se enfoca en esta meta, con el tiempo aumentarán las vocaciones, incluyendo más seminaristas, religiosos y religiosas en formación y matrimonios más santos.

Algunos ministerios centran su atención solo en cuántas personas de sus parroquias eligen convertirse en sacerdotes, monjes, hermanos, hermanas o monjas, pero en última instancia, Dios llama a los que elige para esta obra santa. El trabajo de la Pastoral Vocacional es orar y desarrollar actividades edificantes, alentadoras, educativas, que creen un ambiente fértil para que Dios plante la semilla y el Espíritu Santo pueda regar esa semilla en el corazón de las personas.

La filosofía

La expectativa es que cada ministerio comience pequeño y simple, y luego crezca en tamaño y profundidad. Cada ministerio debe evaluar con oración y lógica su interés y capacidad para abordar un evento en particular. Por ejemplo, una Pastoral Vocacional que tiene tres miembros y no tiene presupuesto se limitará a ciertas actividades hasta que el Espíritu Santo proporcione más voluntarios y recursos. Otra parroquia puede tener amplios recursos financieros y humanos pero aún ser un ministerio incipiente; también tendrá que tener cuidado con las actividades que los feligreses están dispuestos a recibir.

Quizás el factor más influyente, después de la oración, en el éxito de un ministerio es elegir qué actividades iniciar y cuándo. Cada diócesis, parroquia y ministerio diferirá en tamaño, edad, madurez, inclinación, intereses, presupuesto y apoyo.

No se puede exagerar la importancia del concepto de hacer este trabajo en fases. Comprender y aceptar la etapa de desarrollo del ministerio es absolutamente fundamental para el éxito del programa. Al igual que un atleta de fin de semana que se esfuerza demasiado y sufre una lesión, un Pastor Vocacional corre el riesgo de morder más de lo que puede masticar. El resultado podría ser un revés con implicaciones de largo alcance. Considere cuidadosamente y con oración la sección sobre las fases, y use el consejo de primera mano sobre cómo elegir las actividades más apropiadas en los momentos más apropiados de la vida del ministerio.

Las actividades se dividen en cuatro categorías principales: Oración, Educación/Concienciación, Juventud y Afirmación. La oración por las vocaciones es lo primero y más importante, y transformará una parroquia en el tiempo de Dios. La sensibilización y el conocimiento de las vocaciones tanto en los católicos de cuna como en los conversos fortalece el ministerio y amplía su alcance. Ciertas actividades están dirigidas específicamente a los jóvenes, tanto en las clases de educación religiosa dentro de la parroquia como en las escuelas parroquiales. Finalmente, el tiempo dedicado a afirmar a aquellos que han dado su vida al sacerdocio, la vida religiosa o matrimonial muestra aprecio y levanta el ánimo. También llama la atención sobre su servicio y su alegría de servir, lo que puede inspirar a otros a seguir su digno camino.

El éxito de una pastoral vocacional debe medirse a lo largo de los años, no de los meses, por lo que se alienta a los líderes y participantes a que no se apresuren a asumir demasiado a la vez, y que no se frustren con los obstáculos iniciales o con lo que se siente como un progreso lento. El progreso y la transformación suceden en el tiempo de Dios; todo lo que puede hacer la Pastoral Vocacional es enfocarse en la oración y en actividades educativas, afirmativas e inspiradoras, permitiendo que Dios traiga la cosecha.

es_MXES